La voz de los obispos en Guatemala

»Las políticas de parches no solucionan la situación de pobreza, emigración forzada, racismo y exclusión»

Dura crítica de los obispos de Guatemala al gobierno a 17 años de los Acuerdos de Paz
Por Redacción
GUATEMALA DE LA ASUNCIóN, 30 de abril de 2013 (Zenit.org) – En su carta »La paz esté con ustedes», los obispos de Guatemala, además de recordar los quince años del asesinato del obispo Juan Gerardi y otros acontecmientos de la Iglesia local y universal, exhortan al país a la reconciliación y al cumplimiento de los acuerdos que abrieron paso a la paz en el país después de una cruel guerra civil.
Sobre el aniversario del obispo Gerardi, los pastores de Guatemala invitan a reflexionar “sobre el profundo significado de su ejemplo de pastor bueno entregado al servicio de los pobres, testigo de la verdad y defensor de la dignificación de las víctimas de la violencia. Al mismo tiempo nos lleva a considerar la actualidad de su palabra y acción”.
Recuerdan que los prelados afirmaron, en vísperas de los Acuerdos de Paz, lo siguiente: “para asegurar que la paz que buscamos en Guatemala sea firme y duradera, se requiere que sea construida sobre una verdadera reconciliación. Los acuerdos, producto de la negociación política, son sin duda un paso necesario en el largo camino hacia la paz. Pero se debe ir más allá de la firma de dichos acuerdos. Es imprescindible comprometer a todo el pueblo de Guatemala, especialmente a quienes tienen en sus manos el poder económico y político en su cumplimiento, hasta llegar a extirpar las causas que originaron el conflicto y los gravísimos males físicos, mentales y morales provocados por una guerra fratricida de más de 36 años” (CEG, carta “Urge la Verdadera Paz”, Julio 1995, N. 114).
Subrayan que han pasado diecisiete años de la firma de los “Acuerdos de Paz firme y duradera” y que aunque “dichos Acuerdos surtieron efecto para la finalización del conflicto”, constatan que “en los aspectos sustantivos quedaron sin aplicación, frustrando las esperanzas del pueblo guatemalteco”.
Reconocen que “las causas estructurales que dieron origen al enfrentamiento armado no han sido superadas, se fortalece un modelo económico que concentra la riqueza en pocas manos”.
“Las propuestas de desarrollo impulsadas desde el gobierno son objetadas por varios sectores de la población que logran obtener un respaldo amplio y de incidencia social. Ha faltado la capacidad por una parte de persuadir a la población de cuáles son las políticas económicas que pueden conducir al desarrollo y por otra incorporar a las políticas económicas impulsadas desde el gobierno, la participación y las propuestas más significativas de la población”, afirman.
“En estos años –subrayan- hemos visto políticas de parches, que no solucionan la situación de pobreza, emigración forzada, racismo y exclusión.
Siguen constatando “el constante irrespeto a la dignidad de la vida humana, el ambiente de sensibilidad y susceptibilidad, de creciente y peligrosa polarización social, de rumores y calumnias que confunden, de conflictos en el ámbito de la minería”.
Dan cuenta de “un auge de la criminalización y persecución de líderes comunitarios, la institucionalidad jurídica se ve sometida a presiones de diverso signo que empañan el clima de libertad con que debe actuar la justicia. Los procesos de justicia deben ser transparentes, apegados al derecho e imparciales con el fin de que sean reconocidos por todos”.
Recuerdan que lo habían señalado hace años: “El secular enfrentamiento, el odio y la violencia, son una realidad que se ubica en la misma raíz de nuestro pasado”. “Nuestra realidad actual no es más que el resultado de injusticias sociales acumuladas, fraguadas en esta secular historia de despojo y opresión” (documento citado arriba).
Reiteran que “el mensaje de monseñor Gerardi sigue siendo actual: Conocer la verdad para sanar las heridas del pasado y poner las bases para el perdón y la reconciliación. A pesar de todo “creemos en la capacidad del pueblo para lograr la paz y emprender el camino esperanzado de la reconciliación”.
Afirman que “la verdadera reconciliación se logrará únicamente sanando las causas que han producido la injusticia, y orientándose hacia el perdón pues ‘Sin perdón no hay futuro’, como dijera el obispo sudafricano Desmond Tutu, un perdón fundado en la verdad. Lo cual no significa impunidad ni freno a los caminos propios de la justicia, que debe cumplirse, sino compromiso para que las heridas del pasado en el pueblo se sanen por ese camino”.
Señalan los puntos irrenunciables en el mensaje de monseñor Gerardi que siguen siendo actuales: “la paz sigue siendo ‘el anhelo más fuerte que brota del corazón de todos los guatemaltecos’, lo que queremos es que esas dolorosas experiencias del pasado no se repitan, ‘Guatemala, nunca más’. ‘…Es necesario tener en cuenta el pasado tormentoso de nuestra historia, no para despertar nuevos odios, animadversiones y deseos de venganza o de revancha, sino para entender mejor nuestras actuales circunstancias y evitar caer de nuevo en los mismos errores, crímenes y guerras’”.
Recuerdan que “el proyecto REMHI, anterior al informe de la Comisión de la Verdad, tenía la finalidad de permitir a las víctimas de los años de la violencia poder expresar su dolor y sanar y estaba abierto a hablar de víctimas en ambos lados de la confrontación, hubo espacio no sólo para la población civil no combatiente sino también para ex guerrilleros, militares y patrulleros de la autodefensa. Este proyecto era un paso irrenunciable, que sin duda en muchos lugares de nuestro país dio frutos de sanación basada en el Evangelio de Jesús. El pueblo hizo el proceso del REMHI a partir de sus valores más profundos y de la experiencia del Dios de la Misericordia que se nos ha revelado en Jesucristo”.
Pero, indican, “desafortunadamente el trabajo iniciado por los animadores de la reconciliación y otros procesos destinados a la sanación, no tuvieron continuidad. Esto representa para nosotros actualmente un desafío para nuestras acciones pastorales”.
Por ello, se dirigen a los conciudadanos “con confianza en que la cultura de la Vida predominará sobre la cultura de la muerte en nuestra realidad nacional marcada por la violencia diaria que desemboca en muertes y duelo en tantas familias guatemaltecas. Merecen nuestro repudio vehemente en especial los reiterados atentados contra los choferes del servicio urbano y la violencia contra mujeres y niños y últimamente líderes comunitarios”.
Urgen a todos “a mantener vigente la meta de alcanzar la verdadera paz en Guatemala. La búsqueda de justicia y verdad sana las heridas sociales e históricas”.
Citan de nuevo el documento anterior: “El esclarecimiento histórico de la verdad no sólo es necesario, es indispensable para que el pasado no se repita con sus graves consecuencias. Mientras no se sepa la verdad, las heridas del pasado seguirán abiertas y sin cicatrizar”.
Y conluyen afirmando que “el conocimiento del pasado humaniza cuando tiene como fruto la reconciliación, que sólo puede provenir de una auténtica actitud de perdón, que no significa impunidad sino asumir el pasado y superarlo para construir el futuro” y que “el resarcimiento se limitó en muchos casos únicamente a una compensación económica selectiva”.


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