Tierra Santa el quinto evangelio…

Tierra Santa, el quinto Evangelio


Los meses pasan y la vida cotidiana parece llevarnos hacia los mismos sitios con los mismos afanes. Personalmente, me gusta mirar de vez en cuando, por la ventana de Internet, el devenir de la Custodia Franciscana de Tierra Santa. En Oriente Medio viven muchos cristianos que descienden de la Iglesia Madre de Jerusalén. Cristianos que viven una vida complicada, llena de restricciones, incomodidades y peligros. Les llaman las Piedras Vivas, ya que permiten que la presencia cristiana en la Tierra del Señor no desaparezca.
Nadie duda de la belleza y significado de las piedras físicas que nos recuerdan por donde pasó el Señor. Estas piedras nos permiten sentir más cerca la historia de la redención y emocionarnos al sentir que nuestra Fe tiene raíces profundas. Pero ni las piedras de los monumentos ni las Piedras Vivas formarían parte de nuestra conciencia cristiana, sin la maravillosa labor de la Custodia Franciscana de Tierra Santa. Los frailes franciscanos están presentes desde que San Francisco de Asís viajó a Oriente, donde permaneció entre la segunda mitad de 1219 y la primera de 1220. San Francisco tenía una misión importante que cumplir y para ello se encontró con el sultán Malek-el-Kamel en la Damieta. Aquel encuentro imprimió en el espíritu franciscano el signo de custodios de la Tierra del Señor. Custodia que se realiza siempre desde el espíritu de diálogo y comprensión que el Santo inculcó en su Regla a los frailes que eran enviados a la misión entre infieles: misión con el testimonio de la propia vida, antes que con la palabra.

Hoy en día es complicado entender a San Francisco de Asís. ¿Cómo entender en alguien que arriesgó su vida en una misión tan políticamente incorrecta? Pero el carisma de San Francisco y la Gracia del Señor, dieron lugar a un milagro que todavía nos sorprende: el respeto por parte del Sultan y la promesa de permitir que los Franciscanos cuidasen de los peregrinos que se aventuraban a hacer un viaje que les marcaría de por vida.

Los custodios de Tierra Santa, fueron capaces de soportar todo tipo de vejaciones, desprecios, persecuciones y hasta el mismo martirio, para cumplir su misión. Hoy en día nos parece imposible llegar a ese grado de compromiso. Vivimos una vida demasiado cómoda y alejada de compromisos radicales.

Los franciscanos guardan los Santos Lugares y cuidan de los pocos cristianos que siguen viviendo allí. Han sido capaces de construir una serie de herramientas asistenciales que prestan servicio a cristianos y a musulmanes. Las escuelas e instituciones educativas que ellos regentan, son de las más demandadas por cristianos y no cristianos. Los hospitales atienden a quienes lo necesitan. Se construyen casas para los cristianos, ya que en Palestina no tienen derecho a la propiedad. En estas instituciones se está labrando, lentamente, el germen del respeto y la convivencia que tanto ansían todos.

Uno de los viajes más sobrecogedores que podemos vivir, es visitar los Santos Lugares. Nuestra presencia permite que muchas familias sigan subsistiendo y que las autoridades civiles, israelitas y palestinas, tengan algún respeto por la minoría cristiana. Si los peregrinos desaparecieran, las Piedras Viva, desaparecerían con ellos.

Se acerca la Navidad y con ella una de las oportunidades vivir esta experiencia con más fuerza espiritual. Vivir la Navidad en la Basílica de Belén es un privilegio que nadie olvida en su vida. Pasear por donde el Señor puso sus pies, no deja de hacernos reflexionar sobre la historia de nuestra Fe y la radicalidad que nos exige.

Si desean conocer más de la Tierra del Señor, lo mejor es acercarnos a alguna de las Comisarías de Tierra Santa, que los franciscanos tienen en casi todos los países del mundo. Si viven es Madrid, en el Centro de Tierra Santa les atenderá Fray Teodoro con cercanía y cariño: Centro Tierra Santa


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