Terremoto en Guatemala » El Quetzal»

Desde el Quetzal, población donde trabajan nuestras hermanas del Amor de Dios, se han visto » desbordadas e impotentes ante lo sucedido.
No hay palabras… Solo saber esperar y confiar en el Señor, en su amor que se ha manifestado en muchas personas y que sabemos que Dios está sufriendo con ellas.
Una carta que da una idea del sufrimiento de los últimos a los que debemos acompañar.
Chema sds.

El Quetzal, 10 de noviembre del 2012

TERREMOTO EN SAN MARCOS

Queridos todos (Hermanas, Familia, Amigos, Colaboradores):

La primera palabra es GRACIAS. Gracias por vuestra cercanía, por vuestro apoyo moral, por vuestros deseos de apoyar.
Hablar de nosotras o de las pérdidas materiales sufridas en la parroquia cuando en lugares cercanos hay familias que han perdido a sus seres queridos, están desaparecidos, se han quedado sin casa o éstas han quedado muy deterioradas, me parece insignificante, pero sé que estáis deseando saber de lo sucedido en El Quetzal, por eso haré el intento de contaros cómo hemos vivido nosotras el terremoto, Chela y María desde casa, yo desde San Marcos.
El miércoles 7 de noviembre, sobre las 10.30 de la mañana, Chela se encontraba atendiendo el dispensario en la planta baja cuando un movimiento fuerte de tierra empezó a sacudir la casa entera, a derrumbar escalera, pedazos de pared, vidrios, muebles, objetos…; un pedazo de material le cayó en la cabeza, empezando a sangrar aparatosamente, pero no se decidió a salir de casa, pendiente de María que estaba en el primer piso; le gritaba pero ésta no la oía. María, desde el lavadero, salió en dirección a la calle, lentamente, pues no se podía correr por el movimiento. Cayó entre las plantas que se agitaban bruscamente. Al llegar a la puerta de la calle oyó a Chela que pedía auxilio. Al no poder bajar, porque esa parte de la escalera se había desplomado, salió en busca de ayuda. Unas señoras que pasaron minutos más tarde por allí la llevaron al Centro de Salud. Gracias a Dios la herida fue superficial.
Yo me encontraba en San Marcos desde el lunes, participando en la Asamblea Diocesana, donde sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos, en total unos 200, revisamos juntos la marcha de la diócesis. Estábamos en el momento del refrigerio fuera del edificio, cuando sucedió. Muchos nos sentamos en el suelo, escuchando fuertes ruidos dentro de uno de los salones de reuniones. Al césar de temblar quedamos sorprendidos: el techo falso cayó totalmente armando una densa polvareda. Todos intentamos ponernos en comunicación con nuestras casas, pero no había señal de teléfono ni luz. Donde estábamos hicimos una oración por todos los damnificados y se dio por terminada la Asamblea.
Atravesamos San Marcos y San Pedro, contemplando, absortos, la cantidad de casas agrietadas o con algún pedazo de pared en el suelo, otras derrumbadas. Oyendo las noticias escuchábamos que de las tres carreteras que nos conducen al Quetzal, dos estaban intransitables por derrumbes o grietas. Antes de llegar a casa recibí una llamada de Ramón que acababa de llegar de la Clínica de la Reforma, donde pudo contemplar el derrumbe del campanario. Al preguntarle donde se encontraba su respuesta fue: en la que fuera vuestra casa. Nunca un viaje se me ha hecho tan largo. Al llegar a casa, después de tres horas de viaje, al ver la iglesia y la casa la sorpresa fue mayor: paredes resquebrajadas, agujeros por todas partes, columnas colapsadas o al borde del colapso, un trozo de escalera en el suelo, puertas bloqueadas, muebles por tierra… Lo mismo en la Iglesia, reconstruida hace dos años. Ambos edificios se comunican y ambos quedaron inservibles. El consultorio, la farmacia, el laboratorio han quedado destrozados. Con toda seguridad la causa del desastre ha sido que durante años, lo más probable desde el terremoto de 1976, los 21 drenajes de la casa estaban rotos y desaguaban directamente al subsuelo, tal como se pudo comprobar hace 3 años, cuando tuvimos que reconstruir todo el sistema de drenajes debido a filtraciones y descubrimos en el subsuelo verdaderas cavernas que dejaban algunas partes de los cimientos al descubierto. Sin embargo no podíamos hacer más cosa. ni esperábamos un terremoto de tal intensidad-
Con el apoyo de varias personas pudimos rescatar prácticamente todo el material y equipos de la clínica, así como la mayor parte de las cosas de la iglesia y de la casa, Utilizando como almacén el salón llamado Casa de la Cultura, un salón de la parroquia, grande y en buenas condiciones. Ahí nos hemos instalado y estamos bien.
La casa y la iglesia, dos edificios significativos para el pueblo construidos a finales de la década de los 60 por un sacerdote canadiense, el Padre Laurent Gagnon, serán demolidos en los próximos días, con maquinaria enviada a través del ayuntamiento. También otro edificio perteneciente a la Parroquia. donde vivía desde hace años la Seño Eva, una maestra muy colaboradora en la parroquia.
En el pueblo hay varias casas con grietas, paredes derrumbadas o pisos hundidos, cuyas familias están albergadas en el salón municipal. Otras aldeas del Municipio están en peor situación, muchas casas han quedado colgadas en el barranco, muertos y personas sepultadas bajo los escombros. Entre los familiares del alcalde del pueblo murieron diez miembros de una misma familia. Se habla de un total de 42 muertos hasta el momento, 22 desaparecidos y cientos de casas destruidas.
El gobierno está promoviendo la ayuda de emergencia en alimentos y alojamiento provisional, pero queda la reconstrucción a largo plazo, sobre todo de las situaciones más débiles y sin medios.
Mañana domingo recibiremos la visita de Gloria, nuestra superiora provincial, que reside en México y deliberaremos juntas qué hacer.
Os informaremos pronto de las decisiones tomadas.
Algunos preguntan cómo ayudar. Quien, a pesar de la crisis económica, tenga el deseo de hacerlo, el mejor camino sería a través de la Casa General en Madrid o de la Asociación “Colaboradores Usera” de Alemania.
Seguimos en comunicación. Un fuerte abrazo

Chela, María María Jesús y Ramón


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *