A Guatemala, ¿para qué?

Me sorprendió una señora en la Parroquia de S. Millán de Logroño, donde celebro la Eucaristía cada domingo en la mañana, cuando en la homilía, comenté que voy destinado a la Misión Salvatoriana en Guatemala, con esta pregunta: ¿ Para qué? ¿Acaso aquí no estamos en misión? Porque aquí necesitamos también “testigos del evangelio”.

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Aquí estamos los cuatro salvatorianos (Abril 2010) que están en Guatemala, con dos laicos Salvatorianos, Mª Ángeles, y Fernando Martínez, ya casado con una guatemalteca: Glendy.
Claro, yo presente en la foto iré si Dios quiere en septiembre de este año.(2010).
Nos podemos ir en las respuestas por varios caminos:
-La Diócesis de S. Marcos donde estamos trabajando los salvatorianos, tiene unos 800.000 habitantes, entre las ciudades cabeceras, aldeas y demás.. y 34 sacerdotes, y no se cuantas religiosas, y muchos laicos comprometidos, catequistas, celebradores de la Palabra..etc. lo cual muestra una gran necesidad de “ agentes de Pastoral”.
– Los Salvatorianos somos “misioneros” y estamos llamados a evangelizar, a dar la Buena noticia a los pobres, abrir los ojos a los ciegos, consolar a los tristes, romper cadenas que nos mantienen esclavos, y anunciar desde la esperanza, “ un tiempo de gracia” y de vida más humana y fraterna para todos.
-Es un compromiso que tenemos los Salvatorianos con América Latina, y en esta Diócesis, a seguir colaborando en la Formación de agentes de Pastoral, en lo social, en proyectos, en humanizar el ambiente, en defender los derechos humanos, en ser profetas y misioneros de la Vida para todos… etc…
Pero yo ¿a qué voy?
Creo que en primer lugar, a ver, observar, escuchar, guardar silencio, llevarlo a los pies del crucificado y estar atento a lo que el Señor quiere de mí, en ese ambiente, en la comunidad, en la parroquia, en donde el Señor quiera que esté.
Solo así, podré escuchar y sentir el clamor de este pueblo, y compartiendo con ellos la vida, la Fe en Jesucristo, el amor, lo que somos y tenemos, puedan descubrir al Único Dios verdadero Padre de Todos, y a su enviado Jesucristo, liberador de todas las esclavitudes e injusticias que pacedecemos. Compartir la causa y la suerte de los empobrecidos, para que acercándonos a ellos con la Bondad del Salvador, la alegría del resucitado, la amistad y la fraternidad universal, la ternura y misericordia de Dios, podamos hacer todos unidos un camino de conversión al Señor, a la solidaridad y hacer posible que nuestro ambiente, nuestras familias, nuestra vida sea más respirable, más humana, más fraterna, más justa, más de todos y para todos.
Como dice un canto: “Yo quiero una Iglesia” donde desde la humildad y el servicio, el amor sea posible la Unidad en la diversidad y pluralidad de carismas y ministerios, que extienda su mano al caído, que sane al herido, que aclare la mente al que está confundido, que con su mirada le brinde esperanza al alma angustiada, donde la Palabra sea el alimento que nos ayude a ser más solidarios, y la dignidad de la persona humana, de todos, sea valorada y defendida. Que descubramos el Rostro de Jesús en cada uno y lo atendamos como al mismo Jesús.
Una misión, un reto, una esperanza, una vida más justa y fraterna para todos.
“Solos no podemos hacer nada”, con la ayuda y la presencia del Señor Jesús, una espiritualidad Salvatoriana, un apostolado en comunión, un amor incondicional a Cristo, a la iglesia y a los empobrecidos, será posible hacer un camino de conversión al Señor, que nos ayude a identificarnos cada día más con El, en los “hermanos” y sea posible dar pasos en el Plan Diocesano de la Diócesis de S. Marcos.
La promoción integral del ser humano es fundamental para que sea podamos “ realizar proyectos, servicios, formación, celebraciones, y acciones solidarias, donde el sacrificio, el amor gratuito y desinteresado sea posible.
Que nuestra evangelización sea liberadora, y la liberación, evangelizadora.
Nos seguimos viendo.
Un abrazo
Chema sds.


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