sin prisas

De prisa, de prisa / vamos, vamos; vit, vit; come on, come on…
Y así andamos, siempre de prisa; excepto cuando no tenemos tiempo, que entonces vamos que volamos…

Los textos tienen que ser cortos, porque leemos deprisa y con prisas. Las imágenes tienen que ser claras, impactantes, orientadas hacia algún lugar de la mente…, porque si no dicen nada claro o bien dicen demasiadas cosas, nuestra mente, que va con prisas, no logra detenerse el tiempo suficiente como para observarla, tratar de entenderla y, finalmente, comprender buena parte de su significado. Vamos así: deprisa y con prisas. Leemos el periódico sin interés, y el libro (en el metro) a trompicones, con ruidos de fondo, somnolencias sustraídas a la noche, que es tiempo especial, donde todo se para, se detiene, el tiempo como que no existe y… se duerme.

Las prisas son malas consejeras. Debiéramos saberlo ya. Pero aún persistimos e insistimos en que nuestra vida esté aliñada con ellas, en la ensalada matutina y en el postre vespertino. Delante y detrás. Arriba y abajo. Prisas, prisas, prisas. ¿Y qué más? No lo sé…, porque tengo que irme… deprisa…

Dejemos las prisas, quedémonos con lo importante…y Dios siempre por delante.


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